lunes, febrero 07, 2005

Una mirada (el niño que nadie vio que les vio)

[cuento instantaneo uno, prrrrp, tic]
El hijo de aquella mujer (que ya prodriamos considerarle un niño), que para ella era aun su bebé de dos años y medio quien ya caminaba, pateaba sus cubitos de colores sobre la alfombra del departamento, varios chocaron con las paredes, las patas de una mesa de centro y los muebles. Trató de patear otro cubo y calló de nalgas al suelo sobre su pañal empapado de orines. No lloró, ni mucho menos. Su mamá se duchaba y estaba segura de que a su bebé no le pasaría nada en sólo unos minutos que durara en el baño. Ella dejaba de pensar en él, pensaba en su amante, en el roce de sus manos contra sus pechos y la dureza de sus pesones. Algunas veces solo de recordarlo lubricaba.
El bebé se levantó recargandose en la pared y logró patear el último cubito que fue a rodar hasta estrellarse contra la ventana que daba a la calle provocando un ruido fuerte, pero nada alarmante. La madre sólo escuchaba sus propios pensamientos.
El bebé se acercó a la ventana y hubo algo que le llamó la atención. Con sus pequeños ojitos miro atravez del cristal, un hombre jaloneaba a una mujer, una mujer que pudo haber sido su pareja, su amante, su esposa o su mercancia, el niño sólo observaba.
El hombre curzó a calle hasta la otra acera con su mano precionando el brazo de la mujer que parecia de trapo, la gente miraba de reojo, pero olvidaba (evitaba) rápidamente las cosas. El bebé sólo observaba, no entendia, pero no había mucha diferencia entre hacerse de la vista gorda y no entender, muchas veces las dos cosas dejan ir la situación su curso.
El bebé continó observando...
La mamá cerró la llave de el agua caliente, recordaba la vez de la ducha con su nuevo amante, cuando le hacia el amor mientras se acababa el agua caliente y se sentian como dos perros apareandose en la calle y alquien les habian aventado un cubetazo.
Varios minutos después una niña cruzaba la calle caminando pero como cualquier simple descuido no miró hacia atras. Un carro, de los famosos lanchas le golpeó la cadera del lado izquierdo con bastante rápidez para hacerla girar como un trompo, su cuerpo calló entre dos carros estacionados y nadie logró ver su cuerpo tendido, adolorido e inconciente; la madre de la niña esperaba en su casa las tortillas. El culpable escapó sin saber que había sido ese golpe al lado derecho del carro, como le podía importar si esa cosa estaba hecha una carcacha.
Minutos mas tarde —y el bebé no se cansaba (la mamá ahora se estaba vistiendo)— vio corriendo a una señora ya grande que casi tropieza con los pies de la niña en el suelo.
La mamá salió de su habitación arreglada para salir con su nueva pareja, el de la cosa grande que la hacia estremeserce. Aun tenía el cabello mojado, entro nuevamente al baño y empezó a pasarse la secadora por la cabeza, el sonido del aparato no dejó que el bebé pudiera escuchar los gritos de la mujer con aquella extraña prisa, pero aun así no le entendería.
Se escuchó el timbre del departamento, era el galan de su madre, como el bebé le conocía. La madre dejó su cabello humedo y tomó al bebé en brazos. Bajaron hasta el estacionamiento y subieron al auto del galan. Al salir a la calle el bebé reconoció los autos estacionados que vio desde la ventana, pero ahora en el acarro de atras habia alguien dentro que no se dio cuenta del cuerpecillo que estaba bajo su carro.
Galan llegó hasta la esquina de la calle y dio vuelta para la derecha, bebé perdió de vista el auto estacionado y a la niña que estaba expuesta a la muerte...

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