viernes, julio 21, 2006

Huele a m'ijo


Una tarde soleada, un señor se divisaba en el paisaje aguado que iluminada el incandescente sol a los ojos de los seres. El hombre caminaba pesadamente sobre la tierra con una cubeta de aluminio que le hacía ampollas en las manos, sumergía la cubeta al pozo frente a él y extraía algo de agua fresca. E inmediatamente regresaba a su casa de adobe.
—Pedro, otra vez huele a muerto —dijo su mujer.
El hizo caso omiso del comentario. El olor a muerto abundaba por las tardes de sol desde hacia tantos años…
—… tantos años, Juana ¿y no te puedes acostumbrar aun?
Se sentó en su silla de respaldo de palma y sumergió las manos en el agua para lavarse la cara, dejó que el exceso de esta le corriera por el pecho.
—Hoy noté algo extraño al Padre Marín… No es por molestar pero sé que olía de la misma manera que este olor, o a perro muerto, algo así.
—Mmmh
—Sé que es un hombre de respeto, pero a veces creo que esta metido en otros asuntos, extraños.
—Deja de difamar —dijo Pedro con los ojos cerrados relajado en su silla.
Su mujer calló. Eran
(tonterías mias)
difamaciones.
Aquel hombre había sido Padre de la Iglesia del Desierto por muchos años y jamás se le había encontrado actuando deshonrosa o extrañamente, simplemente era un mensajero de Dios sin nada que esconder, como todos…
(como cualquier otro que tenga fe en diosito)

Juana terminó con los platos y salió un momento a la calle que hacía de patio y lavadero algunas veces.
El sol se había escondido tras unos cúmulos de nubes y habían creado una sombra, no fresca, pero si tranquilizante.
Ella volteó su mirada un instante al cerro, del otro lado de la calle-carretera que llevaba a la iglesia, y observó a alguien que caminaba
(como borracho sí y muerto)
con pesadez, lentamente. Cruzó la calle y empezó a escalar el cerro.
—Malditashanclas— farfulló en un susurro.
Llegó a la cima y perdió de vista lo que había visto.
Giraba la cabeza en todas direcciones buscando eso pero no vio nada ni nadie, todos se resguardaban del sol bajo sus techos. En ese lugar el olor a muerto era mas intenso, pútrido y enfermizo.
(como m’ijito)
Juana recordó algo cruel para si. Tras la inundación del 2000 (según los pobladores, su pequeño juicio final) su hijo Roberto se perdió y ella misma lo encontró meses después en el desierto, carcomido de tripas, labios, ojos y demás; moscas y gusanos por todos lados y un tono verde morado que la hizo vomitar en ese momento. Ahora recordaba mientras derramaba una lágrima lacónica por su hijo.
Regresó a su casa corriendo y a medio camino encontró a su esposo esperándola.
—¿Dónde estabas? —dijo enfadado mientras la tomaba de los brazos.
(huele a m’ijo)
—Huele a muerto, Pedro…
—¿Dónde estabas y porque lloras?
Juana se lo quitó de encima y siguió corriendo hasta la casa, donde lloraría sobre la almohada y continuaría oliendo ese mal olor.
Pedro en cambio no le tomó importancia, pero tenía curiosidad por el olor y lo que hubiera visto su mujer del otro lado del cerro, así que subió.
Del otro lado no había nada, ni pájaros ni perros ni lagartijas que se perdieran en la tierra. Dio unos pasos mas para asomarse a un hueco en el suelo que había algunos pasos adelante, pero pisó algo, había sido suave pero quebradizo, no pudo haber sido una piedra.
Pedro bajó la mirada y encontró algunos huesos que asomaban dentro de carne descompuesta, medio metro mas adelante, un cuerpo en descomposición dentro del hueco (mirándole con su único ojo) reclamaba con la mirada su mano aplastada.
—Nodabisteaberhechoso
(¡¿qué?!)
—Olvidalombecil —el ser… descompuesto, estiró su mano derecha para llevarse a Pedro…

En la inundación de julio del año 2000, muchos se ahogaron, se perdieron y otros murieron quemados en lo que a continuación sería el incendio de una población más terrible provocados por chimeneas fuera de control, familias que querían mantener el calor dentro de sus casas durante y después de la lluvia.
Los cuerpos fueron llevados a la Iglesia del Desierto para su resguardo, algunos fueron reclamados, otras eran familias enteras que nadie reclamaría. Pronto el padre salió del pueblo a la capital para pedir ayuda al gobierno para que los cuerpos fueran enterrados dignamente y reconstruir el Desierto. Pero cuando regresó no había ningún cadáver. Nadie del pueblo supo nada de ellos.
Al siguiente día, Marín recibiría en la sacristía a Josué, el mas viejo de los muertos, quien le pediría al padre anonimato de lo ocurrido, y ayuda.

Fueron por lo menos seis años de silencio, pero alguien haría un alboroto por todos ellos.


Dos días después, el Padre Marín, mientras descansaba escuchó pasos desesperados entrando a la iglesia. Salió de la sacristía con curiosidad y se encontró con Juana.
—¿Qué pasa? ¿Por qué tanta prisa?
—Padre…, Pedro… —dijo Juana agitada— Pedro, no ha regresado a casa. Hace dos días… olía a muerto… y…y.
—A ver, hija, calma.
—Salió y no regresó, lo busque pero olía mas a muerto y me enfermé y no lo hallé…
—Juana, por favor, ahora estoy ocupado.
—Pero Padre…
—¡Juana!... —gritó y después tranquilo, dijo— vete por favor, tengo cosas que hacer.

Juana regresó a su casa sintiéndose más sola. Pero el Padre Marín salió de la iglesia para caminar por el cerro.
Para llegar hasta el hueco.

—Podroe —era una voz en la oscuridad, una persona que parecía tener un pedazo de carne en la boca que le impidieran hablar— Ostednos promotioque nodiesobriadenosotros.
—Todo fue un herror…
(fue la tonta esa de Juana)
Silencio.
—Sal de ahí, a la luz —continuó el Padre.
—Nopodre —quiso decir «No, Padre».
—Están demasiado cerca del pueblo, no pueden continuar aquí.
—Continoremosoquí siosílo queremos.
—Pero ellos se entera…
—Quesenteren —interrumpió el muerto— No hoy morchotros, Podre, no lo hoy.
El muerto salió de la oscuridad. El Padre pensó que se detendría a unos pasos, pero este continuó caminando. Eso no le asustó al Padre Marín, sino verle la boca llena de sangre...
(se han comido a Pedro)
—Detente, Josué.
El muerto reaccionó y se detuvo. Marín se tranquilizó, pero inmediatamente observó que docenas de ojos (algunos en pares aun) salieron de la oscuridad. Marín inmediatamente dio media vuelta para correr, pero fue demasiado tarde, Josué, el muerto, se había abalanzado hacia él, siguiéndole todos los demás muertos de la oscuridad, arrancando pedazos de carne, cuero cabelludo, órganos como si toda su vida de muertos lo hubieran hecho con tanta habilidad y fuerza.
—¡Aaaggh!


Original para fanzine El Naxayote No. 2
Guillermo Reyes y Reyes



Nota: El texto parece estar incompleto presisamente porque fue escrito para un fanzine que me limitaba con una cuartilla y media, en lo cual no podía cumplir con la idea completa del cuento, además de que escogí el tema de lo que se harían las ilustraciones. No podía cambiar de idea.
Decidí dejar el texto original y no cambiarle nada presisamente para que mantuviera la escencia y el suspenso... porque en eso es en lo que nos deja a fin de cuentas.
Les diré un poco mas, los muertos revivien por algún poder divino inexplicable, gracias a que estaban en la iglesia. La continuación es que los muertos vivientes terminan con los pobladores del Desierto y se adueñan de él. Puede haber un sinfin de desenlaces de acuerdo a eso, pero por lo pronto así lo dejaré.
Mas información www.tusrelatos.com, busquen en autores.



This page is powered by Blogger. Isn't yours?